La pedagogía de la responsabilidad y la autoformación

miércoles, 4 de abril de 2012

PRINCIPIOS Y PRÁCTICAS DE LA EDUCACIÓN


La educación es brindar al individuo condiciones para que se labre su propia vida, su propio camino”.

Este  capítulo está relacionado con la escuela (maestros), el estado, los padres de familia y la sociedad en cuanto a este proceso de educación.

La personalidad es la base de la educación. La educación hoy en día se basa en programas de estudio, no se debe tener en cuenta solamente el desarrollo intelectual sino también el desarrollo moral, los programas de estudio no deben ser impuestos si no una guía. La educación moderna, si accede a descender de un pedestal de ciencia teórica para convertirse en una ciencia aplicada, asume una enorme importancia social.

La escuela debe ser un lugar donde la instrucción sea facilitada en todos sentidos y el programa debe ser una facilidad para orientarse. Lo importante es que en la instrucción se produzca un progreso real sin que la personalidad sufra. Y la experiencia dice que no sólo no sufre el niño en el estudio, sino que con el ejercicio mental se refuerza su inteligencia. La investigación debe hacer parte del proceso de aprendizaje.

El maestro debe ser una persona inteligente y viva, rica de saber y de experiencia, entusiasta y trasmitir ese entusiasmo a sus estudiantes y es precisa que sea sentida como tal por los discípulos, por lo tanto el educador que se asocia con la familia y que se interesa por sus discípulos como un verdadero amigo es una ayuda inestimable para el progreso espontáneo de los niños. Cada discípulo debe seguir adelante cuando ha alcanzado el grado de madurez necesario, y no es indispensable que todas las disciplinas colaterales procedan de la misma manera, sino sólo aquellas entre las cuales existe una verdadera interdependencia. Por esta razón, los programas tienen una importancia orientadora.

Los niños no pueden sostener un trabajo puramente intelectual, la personalidad es unitaria y debe ser totalmente activa, es preciso que el movimiento, el ejercicio muscular, sea simultáneo en el trabajo mental. Los niños tienen necesidad de dos condiciones esenciales para instruirse espontáneamente: una, tener en el adulto no sólo un guía dirigente, sino un verdadero animador que sepa suscitar el primer entusiasmo y presentar la cultura de un modo elevado. El alumno es él que construye su conocimiento a través de la experiencia, él decide lo bueno y lo malo para su camino.

El progreso debe estar lógicamente ligado al movimiento intelectual de cada niño y como guía y fundamento, puede tomarse la edad y el grado de desarrollo de cada uno, pero no el año escolar solar. Con este razonamiento quiero demostrar que la presente ordenación de la escuela no es necesaria para obtener un nivel de cultura elevado, sino por el contrario es un obstáculo para este fin.

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