Es el periodo de prepararse para su misión únicamente por la adquisición de conocimiento; debe crear en él ciertas disposiciones de orden moral.
Los maestros, se deben preparar interiormente; al estudiarnos a nosotros mismos como una constancia metódica, es necesario que llegue a suprimir los defectos que constituirán un obstáculo al tratamiento del niño. Queremos educarnos si queremos educar, es importante analizar el estado de ánimo que conviene a nuestra tarea.
Nuestras malas tendencias pueden corregirse de dos maneras: carácter interior y carácter exterior; La primera consiste en la lucha del individuo con sus propios defectos, la segunda es la resistencia exterior a las manifestaciones de nuestras malas tendencias.
La idea de esta obra es que el maestro se ponga en los zapatos del niño, que comparta de una forma más afectiva dejando a un lado los problemas que trae de fuera, esto no quiere decir que deba aprobar todos los actos del niño, ni abstenerse de juzgar a éste, o que no deba hacer nada para desarrollar su inteligencia y sus sentimientos; por el contrario, no debe olvidar que su deber es educar, ser positivamente el maestro del niño.
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